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5 Distinciones para el Directivo con Apropiamiento

Ocupar posiciones de dirección o gerencial está vinculada a la gestión de personas, desde la perspectiva humana más que desde sus habilidades técnicas o duras.

En resumen, se gestiona la coordinación, ¡no la tarea!

Aquí cinco distinciones que se desprenden de lo antes planteado:

1. Gestionando la Intencionalidad

Si a las personas le preguntaran: ¿quieres ser promovido a un nivel gerencial/directivo? Posiblemente la mayoría diría que sí. Y de igual forma, si preguntáramos: ¿Piensas que si ocuparas la posición de tu jefe lo harías mejor? También es probable que un grupo significativo diría que sí. Tal vez lo que se pierde de perspectiva es que mientras más alto es tu posición en el organigrama, cambia el enfoque para gestionar temas no relacionados a lo operativo o a las funciones, es decir, se requiere que afines significativamente tus habilidades para abordar cómo entender lo que está detrás de lo que se hace, más que simplemente saber y entender lo que se hace. En otras palabras, pertenecer al mundo directivo es cruzar una línea que implica considerar cómo opera la cabeza de la gente (incluyendo la tuya) para generar, de manera sana, determinadas acciones.

Por ello debes considerar la intencionalidad de las personas. No es sólo jugar en la cancha, sino también verlo desde la banca y desde las gradas. Es como preguntarse: ¿Qué pasará por la cabeza de esta persona que hace que haga eso? ¿Qué lo lleva a entender esto así?

¿Qué le hace falta mirar que, si lo viera, lo llevaría a actuar de forma distinta?

En otras palabras: tú y yo, en el nivel que estamos, gestionamos el nivel de intencionalidad de las personas.

2. Toca re-significar

Hablando de intención, ¿qué me toca a mí comenzar a ver distinto, a pesar de sentir la misma impotencia o agobio que esa persona que se acaba de parar de ese asiento? ¿Esta impotencia de no tener respuesta ante un tema tan obvio y que la organización debería cambiar, qué hago con ella?

Para ello te tengo una buena noticia: los marcos son infinitos y siembre habrá uno superior al que hoy tienes y, proporcionalmente, eso que sientes y ves afuera puede ser perfectamente modificado.

Si piensas en una inconformidad con tu supervisor u organización, algo así como estar cansado de que sistemáticamente se cambien las decisiones o que algún “jefe” quiera siempre salirse con la suya, podrías encontrar significados útiles y darte permiso para los nuevos. Aquí te regalo este proceso inmensamente adecuado para encontrar nuevos significados:

  1. Identifica algo que te dispara a sentirte no cómodo/a. Que te limita.

  • ¿Qué te provoca un mal estado?

  • ¿Qué sabotea a tu propio yo? ¿Cómo lo hace?

  1. Identifica la estructura del significado

  • ¿Qué significa esto? ¿Qué más puede significar? (2 ó 3 veces)

  • ¿Qué crees tú al respecto? ¿Qué crees, de eso que crees?

  1. Re-mira los significados

  2. ¿Sabes que los viejos significados son sólo significados? ¿Sabes que tu mapa es tan solo un mapa?

  3. ¿Qué tan bien sabes eso? ¿Lo sabes?

  4. Sabiendo eso, ¿de qué te das cuenta?

  5. ¿Quieres que siga siendo relevante?

  6. ¿Quieres que esto te gobierne el resto de tu vida?

  7. Expande los significados:

  • ¿Qué más podría significar?

  • ¿Qué piensa otra gente que significa esto?

  • ¿Qué significados le da a esto la persona que consideras con más altos y grandes recursos?

  1. Date permiso.

3. Construir nuevas realidades a través de las Conversaciones

Un directivo está convencido de que la distancia entre lo que sucede y lo deseado está medido en conversaciones. Nunca pierde el sentido de abrir conversaciones frescas, persuasivas y a la vez constructivas que le faciliten crear una realidad distinta a la organización. Aprovecha reuniones, situaciones informales y momentos de planificación para darle vida a la identidad corporativa. Aquí estoy diciendo algo: todas las organizaciones en su misión, visión y valores tienen un mundo ideal que funciona, lo que no han podido es ponerlo a correr y lograr alinear entendimientos y comportamientos de manera vertical y horizontal en los integrantes de la organización.

Por ello, la única respuesta es la conversación. Entender que hemos venido a construir y parte central de nuestro rol está vinculado a hacer, desde los acuerdos.

4. Escuchar no significa aprobar

Un directivo, ante temas evidentes y que no les favorecen a él ni a su colaborador, lo acepta dejando abierta la posibilidad de cambio y a la vez no aprueba ni desaprueba dicho planteamiento, pero principalmente, nunca se suma a posibles actitudes ni comentarios.

Requiere en todo momento plantear una historia, una metáfora, una mirada, en donde se brinden otras posibilidades y, de alguna manera, no encerrarla en su supuesta verdad.

Pienso que hay una regla no escrita en el mundo directivo sobre esto. Es como decir que tú como supervisado y yo como tu supervisor vemos lo mismo, pero tenemos apreciaciones distintas.

5. Motivando al motivador

Un directivo es responsable de su motivación y lo planteo en dos direcciones: auto-motivarse y tener acompañamiento formal o informal.

La primera es como bañarse. Tú y yo lo hacemos en cantidades variables para un día, dependiendo de factores como clima, actividades a realizar, imprevistos y decisiones propias.

Esto plantea lo siguiente: debemos estar consciente de que hay un juego interno que facilita ganar el juego externo, no viceversa, y que el interno está en tus manos en el uso de técnicas y distinciones para crear un mundo, tal Neo en The Matrix. Posiblemente esta sea la clave central o requisito primario para dirigir personas. Es decir, que no soy una cosa que termina siendo víctima de otras, sino que tengo poderes para auto-gestionar mi actitud. ¡Esto se aprende!

La segunda tiene que ver con contar con la colaboración de otra persona que te acompañe a compartir impresiones y entendimientos y que en algunos casos generar compromiso de acción. En ambos casos se pone en evidencia que una buena conversación es como compartir un vino de tu agrado con alguien especial. La conversación es mágica, cambia el latir del dolor y da esperanza a cada paso de su discurrir.

Un directivo provoca conversaciones útiles, francas, abiertas, sin juicios, sin límites con personas y en contextos que permitan que ellas sean el centro de atención.

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